“Carlo Spatuzza irrumpió a través de grabados realizados en el taller de Livio Abramo abandonando muy pronto las formas convencionales y poniendo un mundo mágico, ritualístico, lleno de extrañas palpitaciones; o eran grabados sobre plásticos de yacaré o estos cayendo de viejos vestidos femeninos encerados, sucios, sangrientos…”